El ictus, también conocido como AVC, embolia cerebral y trombosis, es una enfermedad aguda que se caracteriza por causar una alteración de la circulación de la sangre en el cerebro. Dicha alteración definirá los dos tipos de ictus: el isquémico se produce por el taponamiento de una arteria y el hemorrágico se produce por la rotura de una arteria cerebral. Ambos provocan la muerte celular del cerebro debido a que la sangre no puede llegar a una parte del cerebro. Es vital detectar los ictus ya que de ello dependen las secuelas y la vida del paciente, por ello en un.Como.com te ayudamos a conocer la clínica más común y las claves sobre cómo reconocer un ictus.
- Al producirse un ictus, es muy común el desviamiento de la comisura labial hacía abajo y de forma unilateral, el paciente no llegará a ser consciente de ello.
- La persona puede manifestar pérdida de fuerza, la parálisis y/o la insensibilidad de un lado del cuerpo. En el mismo lado del cuerpo afectado por el ictus puede aparecer la misma problemática pero a nivel facial, todo ello será secundario al déficit circulatorio de un lado del cerebro.
- Se puede observar también que la persona que está padeciendo una trombosis cerebral presente dificultad en la marcha como: inestabilidad, desequilibrio o incluso incapacidad para andar.
- Es posible que el paciente no sea capaz de vocalizar bien las palabras o que no pueda llegar a hablar. La persona no suele ser consciente de la dificultad o pérdida del habla por lo que intenta enunciar palabras.
- La persona puede ser que le explique que tiene un dolor de cabeza intenso no habitual en él o que ha perdido la visión de un ojo.
- Hay que recordar dos cosas: la primera es que todos estos signos y síntomas aparecen de forma aguda, y la segunda, que bajo cualquier sospecha siempre acuda a un especialista. El tiempo de actuación ante un ictus es vital para la supervivencia del enfermo por ictus.
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